lunes, 25 de mayo de 2009

Amenhotep, hijo de Apu

Amenhotep, hijo de Apu. Luxor Museum




Hijo de Apu, paso de ser un mero escriba al más alto escalón sirviendo para el faraón, Amenofis III. Fue una de las pocas personas influyentes a las que por su trabajo se les recompensó con un templo funerario dedicado a él. Al igual que el arquitecto Imhotep, fue venerado durante generaciones como a un dios, debido a su gran potencial. Además de arquitecto, durante el reinado de Amenofis, logró tantos títulos que se convirtió en el hombre de estado por excelencia.
Una de sus obras más importantes pero que hoy en día no podemos disfrutar es del templo funerario a Amenhotep III, en la necrópolis tebana. El templo ha desaparecido. Se proyectó como una construcción inmensa donde el empleo del ladrillo resultaba más conveniente que otros materiales debido a la erosión. Únicamente queda de él los Colosos de Memnón y en no muy buen estado. Estaban situados delante del pilono, 20 metros de arenisca extraídos de la cantina de El Cairo.

Además destacan el templo de Karnak y Luxor. Durante esta dinastía los templos se caracterizan por la pureza de sus lineas y la sobriedad ambiental. Esto cambiará radicalmente con la llegada de la época ramesida, cuyo objetivo es recargar el ambiente con arquitectura voluptuosa.
A partir del Imperio Nuevo, los faraones impusieron la idea de que el templo debía estar separado de la tumba, ésta siempre estaba escavada en la roca, en el lugar del Valle de los Reyes. La tumba comprendía una serie de salas, pilares, corredores y escaleras, que no seguían un orden lógico ni poseían el mismo eje. Así se hacía más dificultoso el acceso a la cámara funeraria. Los distintos elementos arquitectónicos atribuyen significados distintos. Durante su reinado, Amenofis III concibió grandes proyectos, uno de ellos el lago que hizo junto al templo funerario para poder desembarcar los materiales que allí llegaban desde el Nilo y también escenificar algunos ritos. En el extremo del lago más cercano al desierto, se erigió un palacio de adobe.
El templo de Luxor, fue una inspiración para la sala hipóstila de Karnak. Al principio la sala era una columnata formada por altas columnas papiriformes, que recuerda la forma de la flor. En Luxor, siguió siendo una columnata, en cambio en Karnak, pasó a ser un bosque de columnas. En Luxor, le seguía un patio abierto, rodeado con un pórtico de columnas fasciculadas papiriformes, cuya parte posterior se agrandó para formar la sala hipóstila.

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